LA BONNIE DE 100.000 MILLAS
Amante de la aventura y la naturaleza, John Ryan Herbert es un fotógrafo de estilo y de automoción basado en Los Angeles, EE.UU. Explorar el estado de Baja California sobre dos ruedas es una inagotable fuente de inspiración para John, y los kilómetros que lleva a cuestas se reflejan en la belleza de su trabajo. Siguiendo las premisas de la cultura angelina de las modern classic customizadas, John nos cuenta la historia de su adorada Bonneville con 100.000 millas (165.000 kilómetros) y sus múltiples transformaciones como café racer, scrambler, y desert sled, por citar algunas.
Amante de la aventura y la naturaleza, John Ryan Herbert es un fotógrafo de estilo y de automoción basado en Los Angeles, EE.UU. Explorar el estado de Baja California sobre dos ruedas es una inagotable fuente de inspiración para John, y los kilómetros que lleva a cuestas se reflejan en la belleza de su trabajo. Siguiendo las premisas de la cultura angelina de las modern classic customizadas, John nos cuenta la historia de su adorada Bonneville con 100.000 millas (165.000 kilómetros) y sus múltiples transformaciones como café racer, scrambler, y desert sled, por citar algunas.
«Durante mucho tiempo he tenido predilección por el diseño británico», reconoce John. «Varias de las motos y coches más singulares vienen de allí, hasta su mundillo musical me atrapa desde siempre. La Bonneville tiene un diseño muy clásico, es sencillo y elegante. Es una silueta que nunca pasará de moda».
«Cuando compré inicialmente la Bonneville no pensaba customizarla mucho porque pensaba que ya tenía una pinta estupenda. A veces bajaba al garaje por la noche para contemplarla, resplandeciente».
«La moto no solo tenía estilo, también tenía que ser muy fiable porque era mi único medio de transporte. Hacía 100 kilómetros al día entre ir y venir del trabajo, ya lloviese o hiciese sol. Necesitaba algo que fuese una extensión de mí mismo, algo con lo que pudiese convivir todos los días y que no me dejase tirado ni me diese problemas. La Bonneville cumple perfectamente esa función».
Le preguntamos qué le hizo lanzarse y personalizar su Bonneville, y nos contestó esto:
«Cuando me dedicaba a correr por cañones me dejé llevar por el mundillo café racer. A mucha gente cuando piensa en California solo le viene a la cabeza el océano y Venice Beach, pero la topografía de la región es abrupta y ofrece unas rutas espectaculares. Las carreteras culebrean por profundas gargantas y escarpados acantilados. Puedes pasarte el día entero por la montañas de Santa Mónica o el Bosque nacional de Ángeles sin encontrar ni un solo tramo recto. Es un lugar donde puedes dejarte llevar y concentrarte solo en la ruta».
«Instalé un manillar estilo clubman en la moto, que da la impresión de semimanillares. Esto tira de tu cuerpo hacia adelante y te conecta con las curvas de la carretera. El conjunto lo rematé con un asiento estilo café racer que la retrotrae a las motos de competición de los 60 que corrían la TT en la isla de Man.
«Estar allí me hizo mirar a mi alrededor. Siempre veía pistas y caminos que se adentraban en lo desconocido, preguntándome a qué tesoros ocultos se dirigían. Esta intriga me empujó a plantearme convertir la moto en una Bonneville de estilo scrambler. Trabajé con Kevin Stanley en Moto Chop Shop de Los Ángeles, que en pocas palabras se encargó de hacer realidad mi sueño y proporcionarme las herramientas para llevar más lejos mis aventuras. Cambiamos el asiento café racer por otro plano, pusimos un manillar de motocrtoss y montamos unas ruedas de tacos: presupuesto y trabajo mínimos. Contemplar la moto con este estilo reactivo mi pasión. ¡Me sentía como si hubiese comprado una moto nueva! Cambiar unos sencillos elementos me abrió todo un mundo al que antes no tenía acceso».
«Después de la scrambler llegó la flat tracker... mi amigo Jordan Graham, que compite en el campeonato National Hare & Hound, me metió en la competición. Estaba muy metido en las rutas por el desierto y me animó a apuntarme en la categoría Hooligan, que es una categoría de competición de la NHAA para motos de 750 cc en adelante. Después de ir a unas carreras con Jordan y experimentar el ambiente de aquella comunidad me decidí a dar el paso y lanzarme al mundo de la competición. El aspecto de comunidad de las carreras me recordó las partidas de la liga de billar con los amigos, pero un poco más a lo burro».
La primera carrera de la Bonnie fue la Biltwell 100, la iniciación perfecta a las carreras por el desierto. No le hicimos mucho a la moto, queríamos mantenerla lo más auténtica posible. Quitamos la admisión de aire e instalamos filtros cónicos de tela para que respirase con la máxima libertad. También montamos unos escapes Predator Pro para aumentar la potencia. Para mejorar la ergonomía y el manejo montamos un manillar Mule con torretas. Los amortiguadores traseros estaban hechos a medida para carreras por el desierto. Después de la Biltwell 100 nos fuimos a Nevada para participar en el gran premio de Pioche. Esa fue mucho más técnica. Acabar esa carrera fue uno de los desafíos más difíciles a los que me he enfrentado con o sin moto. Subirme al cajón fue la guinda del pastel».
Después de recorrer más de 100.000 millas con la Bonnie, John nos cuenta sus momentos más memorables y qué los hace tan especiales:
«Los primeros kilómetros que recorrí por la autopista el fin de semana que compré la moto siempre tendrán un lugar destacado en mi corazón. Poseer una moto que podía mantener cruceros elevados en carretera con facilidad era una novedad para mí y una sensación que disfruté».
«Pero mi viaje más memorable fue el que hice en 2020 cruzando el continente para visitar a mi familia. Experimentar el viaje de esa manera tan íntima fue todo un honor. Cuando vas en coche todo tu entorno se reduce a un borrón. No estás verdaderamente conectado al mundo que te rodea y puedes recorrer cientos de kilómetros sin date cuenta de nada. En moto es mucho más absorbente, parando cada 150 o 200 km para repostar en pueblos al azar, acampando para descansar. Es algo verdaderamente especial».
«Poseer una Triumph Bonneville es simplemente una extensión de ti mismo, por decirlo de alguna manera. Puedes hacer conjeturas bastante precisas sobre alguien con solo ver su moto. La mía está llena de bollos y arañazos después de recorrer tantos kilómetros, y si pasas un dedo por el asiento o el depósito, verás que debajo de toda esa mugre la moto es negra. Pero por eso montamos en moto. Por la libertad, por la diversión y por las vivencias».
«La Bonneville representa la simplicidad y la adaptabilidad, que creo que son dos ingredientes importantes de la vida. Una auténtica Bonneville simboliza también la atemporalidad y la renuncia a las tendencias y modas facilonas que hoy dominan y mañana se olvidan.
La Bonneville siempre será atractiva y siempre será relevante, sea cual sea el aspecto que tenga».